viernes, 25 de septiembre de 2009

Punta Rasa: agua de rio mezclada con mar.....


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Punta Rasa, esta obviamente en el extremo superior del mapa, pertenece a la localidad en San clemente del tuyu, Partido de la Costa, Buenos Aires, Argentina a unos 10 km del centro cívico. Es un lugar soñado en argentina para hacer kitesurf, queda a unos 300 km de Buenos Aires. Punta Rasa es el comienzo de la costa atlántica y es donde se une el Rio de la plata con el mar Argentino.
Hay una ría de agua plana, bastante grande, en donde en todo momento el agua llega como máximo a la cintura. Es ideal para principiantes y para comenzar a realizar maniobras.
Es increible para quedarse hasta el atardecer y ver la puesta del sol en el agua con el contraste lo los Kites y las gaviotas.
Son navegables la mayoria de los vientos, desde el SO, Oeste, Norte, NE, Este. Los únicos vientos que son bastantes molestos para navegar son el Sur y el SE, en estos casos se puede ir a navegar al centro de San Clemente del Tuyu. Cuanto hay sudestada fuerte está muy bueno para hacer una derivada de varios kilometros, idealmente con apoyo en la playa.

La psicologia de la caridad

Quien empieza a dar a otros descubre que existe un nuevo significado en su vida.

Imagine que usted camina cerca de un estanque poco profundo cuando se da cuenta de que un chico de corta edad cayó en él y está en peligro de ahogarse. Usted busca con la mirada al cuidador del niño, pero no hay nadie a la vista. Sin detenerse siquiera para quitarse el costoso par de zapatos que trae, se apresura a saltar al agua para salvar al nene. Usted no tiene que ser un héroe para hacer eso. Esperamos que lo haga: tendría que ser un monstruo para anteponer el precio de sus zapatos a salvar la vida del niño. ¿O sí lo haría? UNICEF, el Fondo de Naciones Unidas para la Niñez, nos dice que casi 10 millones de niños menores de cinco años mueren por causas que podríamos prevenir. Esto es 27.000 niños que mueren todos los días, de enfermedades que son fáciles y baratas de prevenir o tratar, o por la falta de agua potable segura, de salubridad y de una dieta adecuada. GiveWell.net, una organización que evalúa la efectividad de costos de la ayuda, sugiere que por algo como el precio de un par de zapatos caros, usted podría salvar la vida de uno de estos niños.Parece raro hablar de dar más ahora, cuando la crisis global nos preocupa a todos. Pero ésa no es una excusa muy buena. Sin importar cuánto nos afecte la desaceleración económica, todavía estamos tremendamente mejor que quienes son tan pobres que luchan para satisfacer sus necesidades básicas. Pero, aunque requeriría de un esfuerzo comparativamente pequeño de nuestra parte, pocos de nosotros elegimos ayudarlos. ¿Por qué?La gente está más dispuesta a ayudar a un solo individuo que a muchos. En un experimento, a un grupo se le dio información general sobre la necesidad de donaciones, incluidas declaraciones como “La escasez de comida en Malawi está afectando a más de 3 millones de niños”. A un segundo grupo se le mostró la foto de una niña malí de siete años llamada Rokia, y se dijo que era desesperadamente pobre, y que “su vida cambiaría para bien con su donación”. La gente del segundo grupo dio más.En el ejemplo del estanque, sólo usted podría salvar al niño. Pero, en cambio, cualquiera con un poco de dinero extra podría salvar al niño pobre que muere de diarrea. La difusión de la responsabilidad saca lo que los psicólogos llaman “efecto espectador” (bystander effect): si oigo a alguien pedir ayuda y soy el único alrededor, es más probable que ayude que si hubiera alguien más conmigo que también oyera el llamado pero no hiciera nada. Desgraciadamente, cuando se trata de la pobreza mundial, hay muchos que no hacen nada.El “pensamiento de futilidad” también tiene que ver. Dar dinero para ayudar a los pobres es, decimos, sólo una gota en el mar. Nos enfocamos más en los que no lograremos salvar que en los que sí podemos. La gente daría más para salvar a 80 por ciento de 100 vidas en riesgo de lo que darían para salvar a 20 por ciento de 1.000 vidas en riesgo; en otras palabras, más por 80 vidas que para salvar 200 vidas.Cambios sutiles podrían ayudar a sobreponer nuestras barreras psicológicas para dar. Sólo ver a otros espectadores que no ayudan hace menos probable que colaboremos, por lo que saber que otros están dando hace más probable que demos. Jesús nos aconsejó que hagamos nuestra caridad en secreto para que Dios nos recompense en el Cielo, pero si el objetivo es obtener tanta asistencia para los pobres como sea posible, eso no es una psicología eficaz. Cuanta más gente hable de lo que da, más podremos esperar que otros den.En el libro “The Life You Can Save” (“La vida que Ud. puede salvar”), sugiero niveles de donaciones que los estadounidenses podrían dar razonablemente, sin grandes sacrificios. Empieza con el uno por ciento del ingreso para el 90 por ciento de los contribuyentes, aumentando a cinco por ciento para quienes ganan más de US$ 105.000 por año, y se incrementa gradualmente hasta llegar a un máximo de 33 por ciento para quienes ganan más de US$ 10 millones al año. Eso recaudaría más de US$ 500.000 millones anualmente, más del doble de un estimado de la ONU sobre lo que se requeriría para disminuir la pobreza mundial a la mitad.Algunos todavía podrían preguntar por qué debemos dar, en primer lugar. ¿No tenemos derecho a guardar nuestro dinero, ganado con dificultades? Quizás sí. Pero ésta no es una cuestión de derechos, sino de tomar decisiones que sean buenas para el planeta, para nuestros hijos y para nosotros mismos. Sobre esto último, citaré una obra más de investigación psicológica. Ahora hay evidencia abundante que apoya lo que los filósofos y profesores nos han dicho desde tiempos antiguos: una persona buena también es —típicamente— una persona feliz. Una encuesta a 30.000 estadounidenses descubrió que quienes hacían caridad eran un 43 por ciento más dados a decir que estaban “muy felices” con sus vidas que quienes no daban. No muestra si dar hace feliz, o si la gente feliz es más proclive a dar, pero la evidencia anecdótica indica que mucha gente descubre que cuando empieza a dar, se libera a sí misma de la rutina codiciosa y descubre un nuevo significado y una realización en sus vidas.
Singer es profesor Ira W. DeCamp de Bioética en la Universidad de Princeton. Acaba de publicar “The Life You Can Save” (Random House).
Peter Singer.