miércoles, 20 de enero de 2010

manual del guerrero de la luz


Todo guerrero de la luz ya tuvo alguna vez miedo de entrar en combate.
Todo guerrero de la luz ya traicionó y mintió en el pasado.
Todo guerrero de la luz ya recorrió un camino que no le pertenecía.
Todo guerrero de la luz ya sufrió por cosas sin importancia.
Todo guerrero de la luz ya creyó que no era un guerrero de la luz.
Todo guerrero de la luz ya falló en sus obligaciones espirituales.
Todo guerrero ya hirió a alguien a quien amaba.
Por eso es un guerrero de la luz; porque pasó por todo eso y no perdió la esperanza de ser mejor de lo que era.
El guerrero de la luz ha aprendido que es mejor seguir la luz.
Él ya traicionó, mintió, se desvió de su camino, cortejó a las tinieblas.
Y todo continuó saliendo bien, como si no hubiera pasado nada.
Sin embargo, un abismo llega de repente; se pueden dar mil pasos seguros y un paso demás acaba con todo.
Entonces el guerrero se detiene antes de destruirse a sí mismo.
Al tomar esta decisión, escucha cuatro comentarios:
"Tu conducta siempre ha sido equivocada".
"Ya eres demasiado mayor para cambiar".
"Tú no eres bueno".
"Tú no te mereces nada".
Él eleva los ojos al cielo.
Y una voz le dice:
"Querido amigo, todo el mundo ha hecho en su vida cosas equivocadas.
Estás perdonado, pero no puedo forzar ese perdón. Decídete".
El verdadero guerrero de luz acepta el perdón.
El guerrero de la luz sabe que nadie es tonto, y la vida enseña a todos, aún cuando esto exija tiempo.
Él da lo mejor de sí, y espera lo mejor de los otros.
Además de eso, procura mostrar a todos los demás, con generosidad, de cuánto son capaces.
Algunos compañeros comentas:
"Existen personas ingratas".
El guerrero no se altera por oír esto.
Y continua espoleando a su prójimo, porque es una manera de estimularse a sí mismo.


Paulo Coelho

¿Estas realmente presente?


Cuentan que hace muchos años en India había dos jóvenes que eran grandes amigos. Trabajaban en una pequeña aldea y decidieron ir a pasar unos días a la ciudad.
Cuando llegaron a ella, comenzaron a caminar por las calles populosas, llenas de actividad y gentes bulliciosas. Y así fue que llegaron a una gran calle donde se encontraba un conocido burdel que estaba frente a la casa de un hombre santo muy famoso.
Uno de los amigos decidió pasar unas horas en el burdel, bebiendo y disfrutando de las bellas prostitutas, en tanto que el otro optó por pasar ese tiempo en el santuario, escuchando al maestro que hablaba sobre la conquista interior.
Cuando había pasado un buen rato, el joven que estaba en el burdel comenzó a lamentar no estar escuchando al maestro en el santuario, en tanto que el otro amigo, por el contrario, en lugar de estar atento a las enseñanzas que estaba oyendo, estaba fantaseando con los placeres del burdel y reprochándose a sí mismo lo necio que había sido por no elegir la diversión.
De este modo, el hombre que estaba en el burdel obtuvo los mismos méritos que si hubiera estado en el santuario, y el que estaba en el santuario acumuló tantos deméritos como si hubiera estado en el burdel. Mientras tanto el maestro seguía hablando del valor de vivir el momento presente con todo el ser y el corazón y decía:
"No basta con estar físicamente presente, ni con hacer los gestos o decir las palabras de forma mecánica. Precediendo a los actos, está la actitud interior, la conciencia del acto y sus consecuencias. En la actitud interior, en la conciencia del acto se encierra su autentico valor".
Pero el discípulo perdido en sus fantasías no lo escuchaba.


Anthony de Mello